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06/01/2021

Covid-19

Exceso de mortalidad o el doble riesgo modelo 2021

Exceso de mortalidad o el doble riesgo modelo 2021 | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La segunda ola ya llegó. Eso resulta evidente al verificar la curva de avance de casos de la Argentina desde el inicio de la pandemia hasta los primeros días del nuevo año. Claramente se observa un pico en la curva los últimos días de octubre y luego un paulatino descenso hasta los primeros días de diciembre cuando nuevamente se empieza a dibujar una pendiente en alza.

Daniel Esteban Manoukian *

Todas las muertes duelen, en tanto generan ausencias no deseadas. La intensidad del sentir se agiganta cuando la pérdida es temprana, sorpresiva e inexplicable. Desde el punto de vista epidemiológico se puede estimar la cantidad de decesos anuales analizando la tendencia de años anteriores, de tal manera de anticiparnos a lo que puede ocurrir, aunque siempre de manera aproximada y con sentido colectivo, no individual. Sin embargo, ante situaciones de excepción, como enfrentamientos bélicos, catástrofes naturales tales como terremotos, inundaciones o erupciones volcánicas, y también cuando azotan pandemias, se alteran esas tendencias y provocan como resultado un exceso de muertes. Dicho de otra manera, en circunstancias particulares, se producen más fallecimientos que los que habrían de esperarse de persistir las condiciones previas.

El gráfico ilustra la situación de Provincia de Buenos Aires hasta octubre de 2020 marcando tres momentos. El primer trimestre, antes de los primeros casos de Covid-19 en Argentina, donde la curva que marca el promedio de fallecidos en los 5 años previos sigue un trayecto similar a la del 2020. Un segundo momento, que coincide con el asilamiento estricto y drástica reducción de circulación (abril-julio), donde la curva del 2020 muestra valores menores que el promedio del lustro anterior. En un tercer momento, coincidente con el incremento de casos Covid-19 en Argentina y también en PBA, en el cual la curva 2020 se aleja del promedio. El área que queda graficada entre una línea y la otra representa el exceso de muertes, en el tercer momento justificadas casi en forma exclusiva por Covid-19.

Fuente: Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires

En síntesis, empezó el 2020 sin variantes respecto de los 5 años anteriores, luego las medidas de aislamiento que llevaron a reducir la circulación vehicular (primer trimestre 2020) generaron una reducción de fallecidos básicamente al disminuir los incidentes viales y más tarde el Covid-19 explica el tercer momento y el importante exceso de mortalidad.

Doble riesgo

La segunda ola ya llegó. Eso resulta evidente al verificar la curva de avance de casos de la Argentina desde el inicio de la pandemia hasta los primeros días del nuevo año. Claramente se observa un pico en la curva los últimos días de octubre y luego un paulatino descenso hasta los primeros días de diciembre cuando nuevamente se empieza a dibujar una pendiente en alza.

Fuente: Fernando Alesso – Grupo PAIS

Sin embargo, el contexto ha cambiado, y a las condiciones imperantes hacia septiembre-octubre deben agregarse otras que incrementan el riesgo. Esto es así por varias razones, pero apuntamos dos que aparecen como relevantes.

Por un lado esta segunda ola se da en el contexto de una comunidad que pareciera haber asumido que con la terminación del año se extinguía el riesgo de contraer Covid-19. Es entendible que el cambio de año aparezca como un hito que busca dejar atrás un período oscuro signado por restricciones, sufrimiento, pérdidas, muertes. Por eso, quizás como pocas veces, se expresó más alegría por despedir un año que por recibir al nuevo. Pero lamentablemente el virus no atiende cuestiones de calendarios gregorianos y sigue acechando. Resulta evidente que acompañando esa falsa sensación se han relajado las medidas de autocuidado, especialmente en lo referido a la distancia entre personas y el uso de barbijo, en general, pero más acentuado y evidente en los más jóvenes.

Además esta fase de la pandemia transcurre con apertura de actividades casi a pleno, y aunque no hay clases presenciales por el receso educativo, se ha incrementado sustancialmente la circulación vehicular, contribuyendo también el turismo en este sentido. Reaparece en consecuencia, el riesgo de que se incrementen los incidentes de tránsito y con ello aumenten los lesionados graves y la demanda sobre servicios de cuidados intensivos.

El sistema de salud neuquino amplió su capacidad de internación en cuidados críticos e intermedios destinados a Covid-19. Aun así Neuquén registró un porcentaje de ocupación de camas del 99% durante 30 días seguidos, entre el 28 de septiembre y el 27 de octubre para luego empezar a descomprimirse. Sin embargo, desde mediados de diciembre vuelve a aumentar, llegando al 96% de ocupación el 4 de enero. El mes de octubre fue para el hospital de referencia provincial especialmente crítico. Registró 74 fallecimientos solo por Covid-19, llegando a más de un centenar de decesos en el mes cuando el promedio es de treinta en total por todas las causas, es decir que la situación sanitaria triplicó la mortalidad hospitalaria.

Concurren dos riesgos, entre otros, que ponen en tensión al sistema de salud en su capacidad de dar respuesta a la demanda, pero que además, expone a la comunidad a seguir incrementando el indeseable indicador de exceso de muertes.

Los antídotos posibles

Las formas de neutralizar el avance de esta nueva ola son conocidas, pero evidentemente no serán efectivas si como conjunto no percibimos el riesgo. Parte de esta falsa percepción probablemente esté dada por la expectativa puesta en la vacuna.

Justo es decir que las vacunas contra la Covid-19 serán finalmente las que nos ayuden a dar vuelta una página funesta de la historia de la humanidad. Son varias las vacunas que ya han demostrado alto nivel de eficacia en cuanto a estimular respuesta inmunitaria por parte de los inmunizados, con muy bajo porcentaje de efectos adversos. Sin embargo, Los efectos protectores de las vacunas tardarán algunos meses en hacerse evidentes, por lo que centrar la atención solamente en las vacunas podría ser contraproducente incrementando más el riesgo al bajar la guardia.

Es también cierto que se ha avanzado en estrategias terapéuticas efectivas que empiezan a implementarse, pero se trata de intervenciones aplicadas cuando ya el problema está instalado y ninguna ha demostrado ser la panacea.

Los viejos conocidos. Por esa razón debe insistirse en los antídotos que en todo el mundo han demostrado efectividad: el uso correcto del barbijo, mal llamado tapaboca ya que debe cubrir bien nariz y boca; la promoción de actividades al aire libre evitando aglomeraciones, los ambientes bien ventilados y aun así evitar reuniones numerosas y el lavado frecuente de manos. Parecen reiteraciones ociosas pero es muy probable que aún no las hayamos internalizado como es recomendable.

Comunicación efectiva. Ante el cansancio generalizado de la ciudadanía, que se expresa en el poco apego a las recomendaciones destinadas a practicar conductas de autocuidado, vuelve a escena la necesidad de apelar a una comunicación efectiva. Entendemos que para lograr este cometido los mensajes deben ser selectivos y dirigidos a distintos grupos poblacionales, con especial foco en los más jóvenes. No solo es menester buscar concientizar sobre el riesgo individual, sino también intentar estimular el sentido solidario de ellos, sabiendo que el cuidado de las capas más jóvenes actúa como escudo protector de las más añosas.

En este sentido el gobierno está difundiendo renovados mensajes públicos, quizás tarde y con menos intensidad que la esperable, pero ¿acaso es demasiado tarde para seguir intentando dar pelea? Habrá que evaluar sus efectos en términos de modificación de conductas individuales y grupales, sin descartar la implementación de nuevas medidas que apunten a controlar el efectivo cumplimiento de las recomendaciones, con presencia e indicaciones sin represión, especialmente en lugares de concentración de personas como son los enclaves turísticos.

Red de abordaje comunitario. Ante la proliferación de casos sigue siendo útil el rastreo de sintomáticos, el testeo criterioso y la identificación de los contactos de los casos positivos para proceder al bloqueo del foco, indicando el aislamiento selectivo de los involucrados. Este tipo de medidas son más efectivas si se cuenta con integrantes de la comunidad que colaboran ampliando el alcance de los equipos locales de salud. Aportan mensajes más cercanos a los vecinos acompañando el proceso de cuidado y sirviendo de nexo rápido con el sistema de salud en caso de ser necesaria la asistencia de enfermería o médica y en algunos casos la internación.

En Neuquén esta experiencia ha demostrado buenos resultados y se ha expandido desde la comarca petrolera hacia otras localidades, siendo bien valorada tanto por sus integrantes, como por las familias acompañadas. Una primera evaluación de esa experiencia arroja que en cuatro meses se siguieron 336 pacientes requiriendo internación solamente 42, es decir el 12,5%, falleciendo solo una persona. Si bien la experiencia debe seguir siendo evaluada, los efectos de la misma exceden las expresiones estadísticas, dado que este tipo de acciones que fomentan el concepto de “comunidad organizada”, despliegan un potencial hasta ahora poco desarrollado en favor de la salud colectiva, que trasciende el contexto pandémico.

Seguridad vial. Pareciera que la pandemia eclipsó un tema que lejos estamos de haber superado, en tanto persisten conductas de riesgo en la forma de conducir. Como corolario de lo mencionado antes, otra intervención pertinente será sin dudas, el control estricto de la seguridad vial, incluyendo controles de alcoholemia en la vía pública, para reducir todo lo posible el número de personas lesionadas en estas circunstancias.

Seguir en la brecha

Todo esto debe instrumentarse sin abandonar –y en muchos casos recuperando– la tarea de los equipos de salud en el seguimiento, contención y acompañamiento de las comunidades que no solo están amenazadas por la Covid-19. En efecto, también es necesario que los equipos de salud perciban que el riesgo persiste, aun siendo priorizados a la hora de implementar el plan estratégico de vacunación y que la Covid-19 sigue siendo peligrosa especialmente para aquellas personas con otros problemas de salud física y psicosocial.

En esta nueva etapa de la pandemia, tendremos que aprovechar en forma inteligente todo lo aprendido. Ser consecuente y perseverante en torno de las lecciones asimiladas puede ser la clave del mejor resultado, para lo cual se requiere el compromiso congruente de todos los decisores, autoridades políticas desde el nivel local al provincial, responsables de salud, de seguridad y de turismo, entre otros, y en fin de la comunidad en conjunto.



(*) CUESEB (Centro Universitario de Estudios Sobre Salud Economía y Bienestar - Universidad Nacional del Comahue) y Centro de Estudios de la Sociedad de Medicina Rural de Neuquén.
29/07/2016

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