Columnistas
12/12/2020

Querida y abandonada Antártida Argentina

Querida y abandonada Antártida Argentina | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Desde Tierra del Fuego, la autora de esta nota repasa cómo se forjó la presencia de nuestro país en el sector antártico. Destaca a figuras como Hernán Pujato y Jorge Leal, y la decisión del gobierno de Juan Perón. Denuncia el “desmantelamiento” del patrimonio histórico bajo el macrismo y hasta la actualidad.

Alejandra Portatadino *

El 26 de octubre de 1965 partió de la Base General Belgrano un equipo a cargo de Jorge Leal y conformado por el capitán Gustavo Adolfo Giró; el suboficial principal Ricardo Bautista Ceppi; los sargentos ayudante Julio César Ortiz y Alfredo Florencio Pérez; los sargentos primero Jorge Raúl Rodríguez, Roberto Humberto Carrión, Adolfo Oscar Moreno y Domingo Zacarías; y el cabo Oscar Ramón Alfonso. El objetivo era izar la bandera argentina en el Polo Sur, reafirmado así la integración histórica que tenía nuestra República Argentina sobre nuestro sector Antártico como parte indisoluble de nuestro territorio. Se denominó “Operación 90”, por los 90° Sur el paralelo que pasa por nuestra República Argentina donde se encuentra el Polo Sur.

El 10 de diciembre de 1965, luego de 46 días de marcha a bordo de vehículos de nieve con orugas, con 40 grados bajo cero de temperatura y moviéndose a alturas de 3.000 metros (tres veces la altura del Martial) se iza la bandera argentina en el Polo Sur. Así la Argentina se situó como el primer país del mundo que llegó al Polo Sur partiendo y regresando por el Mar de Weddell, arribando el 31 de diciembre a la Base General Belgrano, tras recorrer 2.980 km. Casi la misma distancia que separa Buenos Aires de Ushuaia.

¿Pero cuándo y por qué surge la idea de esa gesta?

La geopolítica post segunda guerra mundial, y la pugna por la supremacía y el control de los recursos minerales y naturales de Argentina

Corría el año 1947, post Segunda Guerra. El Reino Unido había quedado empobrecido y su supervivencia dependía 100% de recursos que les suministraban las empresas británicas que manejaban la explotación de los recursos de minerales y producción agrícola ganadera en los países empobrecidos sometidos a su poder económico, como lo había sido la Argentina pre Justicialista. Winston Churchill veía al presidente Argentino Juan Domingo Perón como una amenaza para las empresas británicas instaladas en Argentina que explotaban a los obreros argentinos, ya que nuestro presidente había anunciado un Plan Quinquenal para lograr la distribución equitativa de la riqueza, dignificar el trabajo y fortalecer las nuevas industrias creadas, entre las cuales cabe mencionar la industria pesada siderúrgica, base de las industrias metalmecánicas. El plan incluía nacionalizar los recursos minerales, agro-ganaderos e hidrocarburíferos. Es así que, en otras medidas para detener el avance argentino sobre la Antártida y la Patagonia en control de los estancieros ingleses (recordemos la “Patagonia trágica”) y empresas petroleras, Gran Bretaña comienza a invocar las cartas patentes creadas en 1917 con el objeto de apropiarse del control y fiscalización de la caza de ballenas y focas en el Atlántico Sur desde las islas Malvinas que estaban y continúan usurpadas, utilizando estas patentes para reclamar como propios territorios antárticos. Por otro lado, los Estados Unidos comenzaron a impulsar la firma de un Tratado Antártico para socavar y minimizar a su máxima expresión los avances soberanos sobre ese continente de Argentina y otros países que consideraban sub desarrollados y que no estaban bajo el control del Reino Unido mediante el Commonwealth, como Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

Ante estos avances del Reino Unido y los Estados Unidos, es que mediante los oficios de Eva Duarte se contacta el coronel Hernán Pujato con el presidente Juan D. Perón, presentándole un plan de acción que implicaba poder ejercer la soberanía mediante la construcción de una serie de bases, explorar y georreferenciar el sector Antártico argentino, la construcción de un rompehielos, la instalación de poblaciones civiles permanentes, y la creación de un instituto de investigación Antártico que fuera pionero a nivel mundial en su tipo. A partir de ese momento el presidente Perón instruye al entonces coronel Hernán Pujato y lo pone a cargo de ese soberano proyecto para llevarlo a la realidad.

El 12 de febrero de 1951 zarpaba del puerto de Buenos Aires el buque “Santa Micaela”, que había sido alistado para surcar los mares antárticos argentinos con los miembros de la primera expedición, integrada por el coronel Hernán Pujato y su equipo: capitán Jorge Julio Casimiro Mottet, sargento ayudante Juan Heraldo Riella, sargento Hernán Sergio González Supery, sargento Lucas Serrano, el médico Ernesto Gómez, el meteorólogo Ángel María Abregú Delgado y el señor Antonio Moro.

Recordamos la fuerte impronta argentina del presidente, cuando en su discurso de despedida a los valientes que zarpaban menciona en un párrafo:… “Hago también presente la inmensa satisfacción que experimento al ver que entre tantos que piden para ir a Europa y a los Estados Unidos, hay algunos que lo hacen para sacrificarse por el país. Les hago presente a estos muchachos que al hacerlo, recuerden que las páginas de nuestra historia futura están abiertas para los nuevos héroes que quieren ofrendar su vida en el altar de la Patria”… Con cuánta vigencia cobran vida hoy estas palabras ante una población porteña adormecida y alejada de la Patagonia y el Atlántico Sur.

Al año siguiente se agrega a la gesta Antártica el capitán Jorge Leal, quien siguiendo instrucciones de Pujato, instala en la península Trinidad la Base Esperanza, con intenciones de instalar allí un poblado y proyectar la llegada al Polo Sur, campaña que se vio interrumpida por el golpe militar de 1955 con apoyo anglo-estadounidense, para recuperar sus intereses económicos, petroleros en Argentina.

Fue recién que en 1965, recuperada la democracia, Jorge Leal pudo cumplir el mandato de Hernán Pujato de arribar al Polo Sur. Poco después, nuevamente otro gobierno democrático fue derrocado bajo las influencias anglo-estadounidenses. Como fueguinos, es necesario poder entender de una buena vez, la realidad de que los golpes a los gobiernos democráticos argentinos, mediante acciones militares, o el ya conocido Lawfare, que es acompañado por una acción mediática de desprestigio a gobernantes elegidos por el pueblo bajo una prensa en poder de intereses extranjeros, cuya misión es llevar a la opinión pública a que voten gobernantes títeres, donde en sus gestiones hemos visto cómo han promovido el saqueo de los recursos naturales y minerales, inclusive en nuestra Patagonia, favoreciendo el accionar ilegal de Gran Bretaña sobre nuestras islas Malvinas, nuestro Atlántico Sur y endeudado nuestra patria.

Es ante estos acontecimientos que tendríamos que preguntarnos ¿qué relaciones se han instaurado desde 1955 entre el CFR (Council on Foreign Relations de los EE.UU.), el Foreign Office del Reino Unido y el CARI (Consejo Argentino de Relaciones Internacionales), y si este operaría como una cancillería paralela?, y ¿cuáles son las empresas, grupos económicos y/o organizaciones no gubernamentales que patrocinan a los políticos que designan a los funcionarios en ese consejo y en Cancillería?

La Comisión Nacional del Antártico, creada en 1939, funcionó en el plano ejecutivo hasta 1951. A partir de ese año hasta 1956 asesoró a Cancillería y el manejo ejecutivo pasó al director del Instituto Antártico creado por Pujato. En 1975, por acción de Jorge Leal, se crea la Dirección Nacional del Antártico, cuyos directores nacionales que más permanecieron en esa función fueron anteriormente jefes de Bases Antárticas: Jorge Leal, quien estuvo al frente durante 10 años (1989-1999) habiendo sido jefe en forma previa de las Bases San Martín y Esperanza; y el Dr. Mariano Memolli, 12 años en el cargo (de 2003 hasta principios 2016), habiendo sido con anterioridad médico antártico y jefe de la Base Jubany, hoy Carlini.

La Dirección Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino

En 2016, cuando asume Mauricio Macri, comienza la entrega al Reino Unido del manejo soberano argentino sobre el Atlántico Sur, y se realiza el nefasto acuerdo bajo un falso comunicado llamado Foradori-Duncan, para de esa manera poder evitar que fuera tratado por el Congreso Nacional. Pero esa acción también fue acompañada por el desmantelamiento del Instituto Antártico, nombrando para esa tarea como directores políticos a funcionarios de planta que compartían la misma visión política de entrega que impulsaban el PRO y Cambiemos, como lo fueron Fernanda Millicay, Rodolfo Sánchez y que hoy continúa con Patricia Ortúzar, quien acompañara a Rodolfo Sánchez cuando este fue director.

En el año 2017, como un acto antiperonista apátrida que ni siquiera las dictaduras se animaron a realizar por la importancia histórica de ese lugar, se procedió a cerrar y rematar el edificio histórico ubicado en Cerrito 1248 de Buenos Aires, donde funcionó la primera institución del mundo dedicada a la investigación científica en la Antártida: el Instituto Antártico Argentino (IAA), creado en 1951 y en cuyos salones trabajaron Hernán Pujato y Jorge Leal. En ese edificio también funcionó la Dirección Nacional del Antártico (DNA), amontonando a empleados administrativos que trabajan hacinados, y teniendo a científicos y técnicos en un amplio laboratorio sin equipamiento necesario para sus investigaciones en la Universidad Nacional de San Martín. Permanece en las mismas condiciones en la actualidad, degradando al Instituto Antártico y con ello mancillando la memoria de tantos de nuestros expedicionarios y científicos argentinos que han muerto en tierras y mares de la Antártida. Desde 2017, publicaciones y mapas originales históricos de invaluable valor aún se encuentran amontonados en cajas, expuestos al saqueo sin protección de ninguna índole, bajo la desidia de una dirección acomodaticia y claramente inoperante. Lo que es más doloroso, es que esa misma política de abandono continúe en un llamado Gobierno de un Frente Nacional Popular peronista sucesor de aquellos que impulsaron y promovieron con tanto fervor y patriotismo las políticas antárticas.

El desmantelamiento en el 2017, la actual inanición y desidia por recuperar nuestro Instituto Antártico y proteger la documentación histórica, ¿será debido a las influencias que ejercen el Council on Foreign Relations de los Estados Unidos y el Foreign Office del Reino Unido sobre el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales y la Cancillería Argentina?

¿Por qué siendo Ushuaia la capital política de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, se continúa con ese berretín unitario de seguir manteniendo la sede de la Dirección Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino en Buenos Aires y no en Ushuaia?

¿Por qué no destinar el inmenso edificio del ex casino club ubicado en la avenida Maipú 1255, de Ushuaia, como sede del Instituto Antártico y la Dirección Nacional del Antártico, lo cual permitiría contar con oficinas, salones de conferencia, de exposiciones, inclusive recibir a delegaciones extranjeras en la capital política de la Antártida, fortaleciendo el turismo y el conocimiento de nuestra región?

Pareciera que los fueguinos estamos pintados y que todavía nos consideran como parte de un ex territorio nacional manejándonos y ninguneándonos desde Buenos Aires, olvidando que ya somos una provincia soberana bi continental dentro de la conformación de la República Argentina, y que la gran mayoría deseamos que la Dirección Nacional del Antártico y la sede del Instituto Antártico sean radicadas como un acto soberano definitivamente en Ushuaia. 

Al ser conscientes de un Instituto Antártico destruido desde sus bases históricas con el remate del edificio y el tesoro de su documentación arrumbándose en cajas al alcance de roedores, y el saqueo del material histórico de inescrupulosos, es que este 10 de Diciembre del 2020, los fueguinos no podremos festejar con alegría, sino que conmemoraremos embargados por la tristeza de la situación actual de nuestro patrimonio antártico que forjaron Pujato y Leal, donde se resguardaría la documentación de la primera llegada al Polo Sur e izamiento nuestra bandera argentina. 

Queridos lectores fueguinos: con lo ante escrito tenemos que comenzar a repensarnos y vernos como provincia bicontinental, a posicionarnos y pedir muy firmemente que sea Ushuaia definitivamente la sede de la Dirección Nacional del Antártico y del instituto antártico y que sus autoridades vivan en Ushuaia y no en Buenos Aires. Tenemos la suerte de contar todavía en nuestro país con el Dr. Marinano Memolli, con amplia experiencia antártica, convoquémoslo. De esa manera honraremos realmente la memoria de estos dos héroes que gestaron la llegada de Argentina al Polo Sur, Hernán Pujato y Jorge Leal, cuyos restos descansan juntos en nuestra Antártida Argentina que tanto amaron y por la que tanto lucharon.



(*) Ingeniera Mecánica. Miembro de Ingeniería sin Fronteras Argentina; ASME (Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos); CAI (Centro Argentino de Ingenieros). Profesora post grado UTN Buenos Aires. Presidenta de FIPCA, filial Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
29/07/2016

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