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03/12/2020

Maradona es cultura

Maradona es cultura | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

"Nunca sacó los pies de las calles polvorientas de Fiorito y desde ese pedestal fue certero, filoso con la lengua tanto como con la zurda". Esta nota fue publicada originalmente en patagoniaculturas.com

Vivi Núñez

Balbuceante, drogado o en abstinencia, Diego Armando Maradona siempre expresó con claridad su pensamiento. Nunca sacó los pies de las calles polvorientas de Fiorito y desde ese pedestal fue certero, filoso con la lengua tanto como con la zurda.

-¡Sos Nijinsky! ¡Sos Nijijnsky! –le gritó un desorbitado Astor Piazzolla, cuando fue llevado de prepo por la insistencia de Jairo a ver un partido de fútbol en Francia. Nijinsky, el cisne ruso de la danza.

Diego fue alumno en las aulas: una, cincuenta, ciento de veces. Desde la primera experiencia en Villa Fiorito, cuando hacía una práctica docente los sábados, él, que se levantaba toda la semana a las cuatro treinta para estar primero en la llegada de la carga de diarios atados de La Prensa, no faltaba nunca. Raramente hacía la tarea, pero tenía una comprensión neta del mundo que lo rodeaba; llegar primero –por ejemplo- le permitía vender más diarios y volver antes a su casa. Diego alumno de miles de maestros, millones de Diegos en la escuela pública.

Con ese primer Diego comprendí que mi atención, mi mayor esfuerzo y afecto tenía que ser para todos los Diegos que vinieran después. Y todas las Mafaldas, claro. Él, reflejado en aquél chico, trazó mi política educativa.

 

“Aún no habías nacido

y andabas en mi envidia,

como en todos los niños.

Diego,

en la callada foto

que conservo en mi cuarto

donde desguarnecido

te apoyaste en mi pecho,

vi tu desolación

de niño acorralado”.

Devela un fragmento del poema “Mi cotidiano insomnio” de Leonardo Favio. En tanto, Galeano en varios de los artículos y semblanzas que escribió sobre el Diez, lo llamó “el más humano de los dioses”.? ? Benedetti basó su fe sobre la existencia de Dios en el milagroso gol ante la selección inglesa y Sacheri se opone categórico: “no me jodan con que lo mida con la misma vara con la que se supone debo juzgar a los demás mortales. Porque yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas”.

Probablemente la más bella de las poesías la escribió la pluma de otro hombre sensible: Peteco Carabajal. “La canción del Brujito” del álbum Antes que cante el gallo (MPA, 1987), habla de una infancia multiplicada por miles, con la diferencia que ésta ha recibido “la gracia”.

 

"Sobre el barrial rodó la luna

los grillos dieron la señal

Y al corazón de un niño

llegó la gracia.

Por una hendija del cartón

como un silbido helado entró

un brujo que aparece

de vez en cuando.

“Vamos -le dijo al niño-

tu sueño tiene una estrella,

toma este campo libre

y esta pelota de medias.

Vamos que están los duendes

dispuestos para jugar

Antes que cante el gallo

partiendo la oscuridad”.

Genios del hambre y la esperanza

vuelan junto a tu corazón

no los olvides nunca

juega por ellos.

“Vamos -le dijo al niño-

tu sueño tiene una estrella…”

 

Nombrado por los grandes, fue poesía y literatura; y no: nunca olvidó a los Genios del Hambre y la Esperanza. Los llevó junto a su corazón como en su lengua. El Diego no-callado, el incómodo Maradona nombrando al pueblo.

Y el pueblo lo nombró también: Charly; Los Piojos; Los Ratones Paranoicos; Los Cafres; Manu Chao; Calle 13; La Guardia Hereje; Calamaro; Rodrigo… Maradona canción y baile popular: rock, blues, reggae, rap, tango, balada, cumbia, cuarteto, murga, para nombrar sólo la música de este lado del Hemisferio Sudaca.

Emir Kusturica emprendió un viaje hasta la tierra que le dio vida y en suelo maradoniano filmó “Maradona by Kusturica”. Entonces Diego se hizo cine documental y llegó a Cannes. Kusturica buscó al hombre que hay detrás de Maradona-ícono mundial.

Con treinta años marchó en los ’90 en favor de los jubilados; se acercó tanto a las Madres, como a las Abuelas de Plaza de Mayo; se manifestó a favor de la Ley de Aborto Legal y años antes, en la Cumbre de Presidentes en Mar del Plata, en contra del ALCA. Denunció, quince años antes que se iniciara una investigación, a “la mafia de la FIFA”; abogó también por los derechos de los jugadores como trabajadores del deporte, en contra de los intereses de las corporaciones de medios.

Como pasa con los ídolos populares, ajenos a los marcos de cuadratura dorada, empezó a habitar paredes en todos los barrios argentinos y trascendió las fronteras; Diego Armando se hizo murales. Muralistas del mundo registraron su rostro o algún signo que lo identificara y a ellos con él. En Siria, en estos días de duelo por su muerte, donde una matanza atroz arrasa a un pueblo inocente, un artista, Aziz Al-Asmar, se levanta y pinta su imagen sobre el fondo de una bandera argentina en un trozo de pared que resiste. En Patagonia, entre muchos y muchas muralistas, lo retrata Chelo Candia. Maradona es bandera y resistencia de los sueños de los pueblos. Maradona es política. 

Vuelve entonces como remera y es difícil pensar que haya pueblo en el mundo que ignore su nombre. Tampoco hay jugador de fútbol que pretenda comparársele. No cualquiera es remera.

Brian May lamentó no haber podido enviar a su cardiólogo para que lo tratara y salvara como hizo con él. Artistas de prestigio internacional tienen (y buscaron) una foto con Maradona, igual que miles de desconocidos. En el plano obstaculizado de la cancha (de su vida) fue un estratega. Un pintor, un ajedrecista, un matemático, un diseñador. Macrón, dijo en su carta de despedida: (era un) “jugador suntuoso e imprevisible” y un “bailarín con tacos, no realmente un atleta, más bien un artista".

Y los vecinos de Lanús (el mejor barrio del mundo), escribieron: “NACIÓ ACÁ”. Acá y no en otro lado. Acá, en estos pasillos de la villa; acá en estas canchitas de tierra; en este asiento del 179 que va del barrio hasta la Estación de Lanús. Acá donde nació el pibe y donde nació el sueño. Deseo y goce en la elipsis del infinito, levantándose cada vez que cayó. Decir desde un lugar: el lado Maradona de la vida, sin pedir permiso a los falsos dioses. Y eso es identidad, es Cultura.

De alguna manera, en esos años, fuimos una sociedad villera que pugnaba por salir del barro de las tumbas y respirar el aire liviano de la vida. Diego Armando Maradona: lo hizo. Mostró que eran posible el sueño y la justicia. Se hurga en la muerte con la visceral esperanza, el deseo instintivo de arrancarle un pedazo de vida que no se apaga todavía. Hemos muerto un poco con él porque él nos sintetizó como generación que volvió del espanto y empezó a andar a los tropiezos. ¿Cómo no llorarlo, si nos estamos doliendo?

Escucho entonces a Liliana Campazzo, poeta de Viedma y parte de la Colectiva de Escritoras Patagónicas, y con ella me subo a esta comparsa:

 

Yo me robaría el cajón de Maradona.

Saldría en un carro de botellero

como los que había en mi barrio

cuando chica.

O mejor en el carro de Pascualito

que pasaba por el frente

de la casa de mi nona.

Me robaría al diego

para pasearlo por todos los barrios

de pibes pobres

por todos los bordes

de los bordes.

Dejaría que lo tocaran

le tiraran flores, camisetas,

pelotas de trapo, besos.

Lo peregrinaría a Luján,

o hasta el mismo límite

en Ushuaia.

Lo pasearía con una orquesta

que tocara cumbias, tarantelas

el ji ji ji de los redondos.

Todas sus mujeres bailarían atrás

y habría diez cuadras con sus hijos

caminando.

Dos caballos oscuros

arrastrarían ese carro.

Un recorrido eterno

dando vueltas

aviones dibujando con humo

10 en el cielo.

Vendedores de gorras

remeras

pelotas

salvarían este año de miseria

Choripanes pochoclos

tipos vendiendo pelotas con su cara

banderitas.

Me robaría el cajón

con las flores

y lo sostendría en este viaje

hasta que el sol la lluvia

la tierra el viento

lo volviera cenizas

que volaran

por todo el territorio

de la patria.

 

(Liliana Campazzo)

29/07/2016

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