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Exterior
22/12/2021

Xiomara Castro se prepara para gobernar bajo fuego cruzado

Xiomara Castro se prepara para gobernar bajo fuego cruzado | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La futura presidenta hondureña despierta grandes expectativas populares y está bajo presión de poderosos intereses. Aliada con un sector conservador, negocia acuerdos con la élite empresarial y el gobierno de Joe Biden. En Honduras está la base militar más grande de EE.UU. en América Latina.

La contundente victoria electoral del pasado 28 de noviembre han dado una fuerte legitimidad interna e internacional a la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro, pero sobre su futuro gobierno convergerán el fuego cruzado entre las grandes expectativas populares que ha despertado su triunfo por un lado, y por otro las presiones de Estados Unidos y de poderes tradicionales locales, así como el acecho de bandas criminales.

La futura mandataria, que asumirá el 28 de enero, tendrá desafíos de enorme magnitud en un país donde la injusticia social mantiene en la pobreza a casi tres cuartas partes de la población, sobre el cual han caído además la tragedia de enfermedad y muerte del Covid. También la vida cotidiana hondureña está atravesada por la criminalidad en general, el narcotráfico, los femicidios, la violencia política y el éxodo migratorio.

Los problemas económicos y sociales de Honduras se encadenan en una sucesión perversa de causas y efectos que se retroalimenten. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, el 74 % de los hogares está en situación de pobreza, mientras que el 53,7 % sufre directamente la pobreza extrema. A su vez, la deuda externa pública y privada superó los 11.000 millones de dólares en el primer semestre de 2021.

La ganadora de la elección representa al partido de izquierda Libertad y Refundación (Libre), fundado durante la resistencia al régimen de facto instalado en 2009 tras el derrocamiento, a través del Poder Judicial, del entonces presidente Manuel “Mel” Zelaya, esposo de Castro. Aquella fue la primera vez en que, para derribar a un gobierno constitucional, se aplicó una modalidad que se daría en llamar “golpes blandos”, porque la violencia militar y policial se utilizó bajo la conducción de civiles que le dieron una apariencia de “legalidad” al accionar sedicioso.

Para enfrentar a la dictadura del gobernante Partido Nacional, que ganó dos veces en contextos de fraude, proscripción y persecución a opositores, en esta elección Xiomara formó una alianza con el dirigente conservador Salvador Nasralla, conocido durante 40 años como animador televisivo. Ella, no obstante, se ha definido como “feminista, antipatriarcal e incluyente”. 

La estrategia electoral permitió que la oposición alcanzara el 51,16 % de los votos contra 36,90 % del oficialismo, lo cual significa esencialmente una ampliación de la base social de apoyo. Pero ese modo de acumulación de fortaleza para llegar al gobierno, implica también una predisposición para negociar ciertos niveles de acuerdo con los grandes poderes locales y extranjeros.

La más grande base militar

En el territorio hondureño está desplegada la más grande base militar de EE. UU. en América Latina. Conocida con el nombre de “Palmerola”, durante el saliente gobierno de Juan Orlando Hernández la base fue ampliada para desplegar a una mayor cantidad de efectivos de la Fuerzas Especiales del ejército norteamericano.

El periodista sueco Dick Emanuelsson, experto en política latinoamericana, afirmó que desde esas instalaciones militares “la Fuerza Aérea estadounidense puede llegar a todos los países de América del Sur y el Caribe con sus bombarderos”. Agregó que en Tegucigalpa, la capital del país, Estados Unidos está construyendo una de sus embajadas más grandes en todo el mundo, y dijo que los ciudadanos se preguntan “para qué ese interés en una nación con solo 9.5 millones de habitantes y una superficie de 112.000 kilómetros cuadrados”.

Desde el punto de vista formal, institucional y diplomático, una representante del gobierno de Joe Biden viajó a Honduras a semana pasada y manifestó la necesidad de “asociarse” con el nuevo gobierno local para enfrentar “grandes desafíos”.

La visitante y portadora del mensaje oficial norteamericano fue Uzra Zeya, subsecretaria de Estado para Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos. Tras reunirse con Xiomara, declaró que su país “espera asociarse con el gobierno entrante” hondureño para promover “intereses comunes”, y dijo que habían conversado sobre temas como la corrupción, el narcotráfico y las migraciones.

En el orden interno, la futura jefa del Estado entabló negociaciones con la cúpula económica a través de uno de sus hijos, Héctor Manuel Zelaya, quien se reunió con el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep). Esta entidad empresarial avaló el golpe de Estado de 2009 contra “Mel” Zelaya.

La periodista hondureña Jennifer Ávila Reyes, quien dirige el portal informativo “Contracorriente”, explicó que “la empresa privada está ejerciendo una presión temprana ante un gobierno que aún no ha tomado posesión pero al cual le interesa influenciar”, según escribió en un artículo en el diario The New York Times donde se refiere a los “retos” que aguardan a la presidenta electa.

Bandas criminales y femicidios

Entre los fuegos cruzados que deberá enfrentar el futuro gobierno de Xiomara, están también las violencias de distinto tipo que desangran a Honduras desde hace décadas, y que se han agravado durante los gobiernos de facto desde 2009 hasta hoy. Fueron doce años de gobiernos fraudulentos del Partido Nacional, con cuatro años de Porfirio Lobo como presidente y luego ocho años de Juan Orlando Hernández.

Con múltiples organizaciones criminales al acecho, entre ellas las pandillas que atacan a personas comunes del pueblo, más las bandas del narcotráfico y las que perpetraron asesinatos políticos -en un año, antes de la elección, mataron a al menos 29 candidatos y militantes-, Castro trabaja para la puesta en marcha de medidas de gobierno que, según dijo en la campaña, intentarán llevar a la sociedad “de la violencia a la reconciliación”. 

Como parte de una realidad cruel, Honduras es el país con más femicidios de la región: 4,7 víctimas cada 100.000 mujeres, según datos de un organismo de Naciones Unidas. “Desde el golpe de Estado la situación de las mujeres ha retrocedido. En 2014 las tasas de violencia superaban a las de Siria, con Siria estando en guerra. Es urgente que haya control de armas”, dijo una mujer que brindó su testimonio al diario El País de España.

Además, frente a una legislación donde el aborto está prohibido en cualquier circunstancia, la presidenta electa anticipó su intención de reconocer el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo bajo tres causales: que la mujer haya sido víctima de una violación, que se comprueben malformaciones en el feto, o que haya peligro para la vida de la persona gestante.

29/07/2016

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