-?
 
 
 
Argentina
29/09/2024

Gritos en Naciones Unidas, silencio en Malvinas

Gritos en Naciones Unidas, silencio en Malvinas | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Mientras Javier Milei presagiaba ante la ONU “el fin de ciclo” de un mundo condenado por su “rumbo trágico y socialista”, la canciller Diana Mondino anunciaba un nuevo acuerdo con el gobierno británico. La reedición del pacto Foradori-Duncan, la entrega de los recursos naturales y el fin de la soberanía.

Daniel Giarone

En su explosivo discurso del martes ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Javier Milei apenas mencionó el reclamo argentino por las Islas Malvinas. Fueron unas pocas palabras dichas para justificar el repudio al “rumbo trágico” y “socialista” que habría adoptado el organismo, que según el mandatario ni siquiera sabe “defender la soberanía territorial de sus integrantes, como sabemos los argentinos de primera mano”.

Unas horas antes de ese mismo 24 de septiembre, también en Nueva York, la canciller Diana Mondino y su par británico, David Lammy, difundieron un acuerdo entre ambos países que volvió a encender la polémica. Llamativamente, el presidente no hizo ninguna referencia al mismo durante su encendida alocución.

Según lo informado por la propia Cancillería, el convenio consta de tres puntos fundamentales: la etapa final de la identificación de los soldados argentinos muertos en la guerra de 1982 y la visita de familiares de los caídos al Cementerio Argentino de Darwin; la reanudación de los vuelos semanales desde San Pablo hacia las islas con una escala mensual en Córdoba; y el avance de medidas concretas en materia de conservación de pesquerías.

Todo, según el comunicado oficial, para alcanzar una agenda "más ambiciosa de cooperación en diferentes ámbitos y bajo fórmula de soberanía, tendientes a promover el desarrollo humano y económico y estrechar lazos entre las Islas y el continente".

“El comunicado retoma algunas de las líneas del gobierno de Mauricio Macri, como el vuelo desde Brasil con escala en Córdoba y la política humanitaria y de identificación. Creo que todo lo que signifique acercar las Islas al continente es importante”, dijo a Va Con Firma el historiador y especialista Federico Lorenz.

Aunque advirtió que el acuerdo parece “la política de la Cancillería argentina más que de Javier Milei, quien es un dinamitador serial de puentes. Habla en las Naciones Unidas y realiza ataques ad ominene impugna el sistema que, aún con las críticas que se le puedan hacer, regula la relación entre los países desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”.

En cualquier caso, con mirada uniforme o bicéfala, lo sucedido la semana pasada encendió nuevas señales de alarma en torno a la política oficial, en línea con lo sucedió a mediados de año con el silencio público del gobierno nacional ante la explotación de hidrocarburos en el mar Argentino, la consulta ciudadana sobre ésta convocada por las autoridades inglesas y los ejercicios militares en el Atlántico Sur.

¿Levanta vuelo?

El acuerdo sobre la reanudación de vuelos que unen las islas con el continente es uno de los puntos que encarna las divergencias. En una nota de opinión publicada esa misma semana, el secretario general del Instituto de Derecho Internacional y especialista diferendos territoriales, el argentino Marcelo Kohen, advirtió sobre el trasfondo de la medida.

“El objetivo de la élite económico-política de las islas es el de profundizar los vínculos comerciales, culturales y políticos con terceros países sudamericanos, excluyendo a la Argentina. El Acuerdo Mondino-Lammy plasma en los hechos la exclusión de vuelos directos por compañías argentinas entre el territorio continental argentino y las islas”, advirtió el profesor emérito de Derecho Internacional que reside en Ginebra.

Y explicó que “al vuelo semanal a Chile, ahora se suma el vuelo a Brasil, que había sido cancelado desde la pandemia. La Argentina tenía una posibilidad de utilizar una de las pocas herramientas de presión con que cuenta: sin autorización argentina, no hay vuelos a ningún país sudamericano. Nuevamente el Reino Unido obtuvo algo sin nada a cambio”.

Lorenz, por su parte, recuerda que “los vuelos regulares se hacían semanalmente antes de la Guerra de 1982, desde Comodoro Rivadavia y a través de compañías argentinas”. Además, asegura que “Argentina tiene que ser extremadamente cuidadosa, porque hay asimetría tanto militar como logística con el Reino Unido. La ocupación británica hace que nuestro país no pueda ejercer el control que reclama”.

Del petróleo a la pesca

El avance del gobierno británico en la explotación de hidrocarburos en las aguas del mar Argentino, a poco más de 200 kilómetros de las islas Malvinas, y la convocatoria en junio pasado a los habitantes de las islas para que presenten objeciones sobre el proyecto,ya había encendido la alarma de los especialistas a mediados de este año.

“La explotación hidrocarburífera y pesquera implica una violación específica de la resolución 31/49 de la Asamblea General de la ONU. Las acciones militares suponen la violación de las resoluciones sobre Paz y Cooperación en el Atlántico Sur. Que el gobierno no diga nada sobre todo esto es romper con la lógica que llevaba adelante el Estado argentino”, dijo entonces a Va con firma Guillermo Carmona, ex secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur durante el gobierno de Alberto Fernández.

La explotación pesquera parece ser ahora reconocida por el gobierno nacional en el nuevo acuerdo. Para Kohen, “es muy preocupante que se vuelva a hablar de la cooperación en materia de pesquerías en el Atlántico Sur, cuando en la práctica la información que brinde la Argentina a los responsables isleños de la pesca solo puede ayudar -como ocurrió en el pasado- a la explotación de la pesca controlada por los británicos en una vastísima región del Atlántico Sur, principal recurso económico de las islas”.

La paulatina incorporación de los recursos naturales en los acuerdos que por acción u omisión facilita el gobierno argentino, lleva a distintos especialistas a pensar que la administración libertaria está reviviendo el llamado pacto Foradori-Duncan. Firmado por el entonces vicecanciller de Mauricio Macri en 2016, el acuerdo aceptó otorgar a Gran Bretaña permisos de explotación comercial e hidrocarburífera.

En su cabeza

La retórica presidencial en Naciones Unidas dejó en claro el campo en el que Javier Milei alinea a la Argentina: en el terreno geopolítico, en lo que denomina “el mundo libre” (fundamentalmente los Estados Unidos e Israel); en el plano político-cultural, con la ultraderecha conservadora que busca volver al poder en los Estados Unidos de la mano de Donald Trump y en Brasil con Jair Bolsonaro.

En ese nuevo orden mundial, que Milei fantasea con liderar, la cuestión Malvinas no parece relevante. “No creo que Malvinas esté en su cabeza, más que como un problema. En cambio, sí puede ser una preocupación para su vicepresidenta, Victoria Villarruel, para quien por motivos tanto personales como ideológicos tiene una importancia particular”, analiza Lorenz.

Y detalla: “Si la supuesta política de Milei en relación con Malvinas es lo que expresa en materia de política exterior, las Islas son una mercancía más, aunque diga otra cosa. Y esto es preocupante. Pero a nivel social y de las provincias, sobre todo en la Patagonia, la presencia de Malvinas en la cultura política va a dificultar la entrega o el abandono del mandato constitucional”.

Según Kohen, la agresividad presidencial “llega hasta la descalificación de las Naciones Unidas, la organización que precisamente permitió romper 132 años de negativa británica a negociar la cuestión de soberanía y estableció la doctrina particular para la descolonización del territorio en su Resolución 2065(XX) de 1965”.

La diplomacia y las posibilidades

Es en este contexto en que el Reino Unido consolida su posición en Malvinas mediante políticas concretas, unas unilaterales, otras con el acuerdo del gobierno nacional, al tiempo que incumple con la obligación de descolonizar el territorio y negociar la soberanía con la Argentina.

“La diplomacia implica negociar. Y eso supone que ambas partes tienen que salir conformes. Un primer paso, desde el punto de vista argentino, es tener en cuenta los intereses regionales, concretamente de las provincias patagónicas, que seguramente ven la cuestión Malvinas de otra manera”, destaca Lorenz.

Sin embargo, desde la Casa Rosada se debilita una posición internacional sólida a partir de un esquema político-ideológico que aleja a la Argentina de países que históricamente acompañaron su reclamo, más allá de la orientación que tuviera el gobierno nacional.

Desde los que integran el Mercosur a las naciones del Caribe, del llamado mundo árabe a las potencias de Asia. Todos, por razones que van del cambio climático a la cuestión Palestina pasando la prédica anarco-capitalista, miran con recelo la posición argentina.

“Estamos ante un mundo que está cambiando, que está volviendo a la multipolaridad, y tanto la Argentina como Malvinas ocupan una posición estratégica para el control de los recursos naturales, por lo que va a haber muchas disputas a nivel internacional”, anticipa Lorenz.

Para el especialista “el diseño de políticas a largo plazo, e imaginar un país del que las Malvinas vuelvan a ser parte, es una condición sine qua nonpara satisfacer el reclamo de soberanía. La Constitución nos obliga, como ciudadanos, a la recuperación de las Islas por la vía diplomática”.

Mientras tanto Javier Milei piensa en otro mundo. Ese que esbozó en Naciones Unidas, el que proclamó como “real” frente “al colectivismo” y “el postureo moral”. Aquel que queda a la medida de las grandes corporaciones en nombre “de la propiedad y la libertad”. Con el hombre como lobo del hombre. Y sin Malvinas en el horizonte.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]