-?
Ricardo Forster, filósofo, docente universitario y asesor del gobierno de Alberto Fernández aseguró que el estallido del 2001 mostró “las consecuencias de un ciclo de larga duración de políticas neoliberales en el país” que destrozó “en gran medida la vida social económica argentina”, y aseguró que “el kirchnerismo es hijo de la irradiación del 2001”, ya que “hay una relación compleja y esencial entre lo que sucedió en esas jornadas del 19 y 20, y la irrupción de la experiencia kirchnerista en el 2003”.
“Queda claro que hace 20 años Argentina no solo se sacudió con un estallido social impresionante sino que mostró las consecuencias de un ciclo de larga duración de políticas neoliberales en el país que comenzó con Martínez de Hoz, con la dictadura y el terrorismo de Estado en marzo del ‘76, que tuvo un pequeño interregno al comienzo del gobierno de Alfonsín cuando se buscó otra perspectiva, pero que sobre todo a partir del ‘87, con el desencadenamiento de la hiperinflación y después durante los ‘90, que se convirtió en la década de experimentación más radical del neoliberalismo en el país”, indicó Forster en diálogo con .
Y señaló que “ese ciclo transformó a la Argentina radical y brutalmente, generando un proceso de endeudamiento espiralado, de destrucción del aparato productivo y de desindustrialización y quebrando profundamente la articulación de la vida social y del mundo del trabajo”.
El filósofo planteó que lo que quedó en evidencia a partir del 2001 es que “el ciclo neoliberal había destrozado en gran medida la vida social económica argentina y había generado también una profunda crisis de representación”.
“Todos recordamos la crisis de representación política pero también la crisis de la Corte Suprema de Justicia, la crisis de las corporaciones económicas con los bancos como cabeza de la responsabilidad del desfalco de una parte de la sociedad”, agregó el docente de la Universidad de Buenos Aires.
En este marco, de crisis de representación y con la organización popular mediante mecanismos de participación en asambleas que se gestaron en el 2001, Forster indicó que ese proceso “significó una repolitización de una parte significativa de la sociedad argentina”.
“Se salió del ensueño, de la fantasía de la convertibilidad, del 1 a 1, de esa percepción de un sector, sobre todo de las clases dominantes y de las clases medias, que tenía a la Argentina como un país primermundista; que era parte de la gran falacia de la década del ‘90 y del menemismo que llevó a la Argentina a una situación de crisis colosal”, aseguró el asesor presidencial.
Entre estas representaciones que confluyeron en el estallido, Forster mencionó “la aparición, sobre todo en la segunda mitad de los ‘90, de los movimientos piqueteros, las grandes protestas sociales, que significó una invención colosal en la tradición de la resistencia popular”, y recordó lo que ocurrió “en Cutral Co, en Tartagal, los cortes de ruta, que era cortar la circulación y hacer visible la especulación financiera, del capital, etcétera”.
“Una parte grande de la sociedad se vio sacudida, interpelada; apareció la necesidad de ir hacia ese lugar, aunque no se sabía bien cuál iba a ser ese lugar”, narró Forster y agregó que “el 2002 fue un año de mucho desconcierto, de mucha intensidad, asambleas populares, movilizaciones, caída en picada de la vida social; recordemos que fue el año de mayor desigualdad de la historia argentina y de mayor empobrecimiento, más de 50% de la sociedad estaba por debajo de la línea de pobreza, pero al mismo tiempo veía que había algo que estaba moviéndose y que no se terminaba de saber cómo se iba a canalizar”.
En este punto es donde Forster sitúa la “aparición” de Néstor Kirchner que menciona como “algo extraordinariamente significativo porque logró encauzar esa fuerza social, esos reclamos, esa crisis también de representación que sacudió toda el alma de la vida política argentina hacia un proyecto de reconstrucción y de refundación que tuvo la fuerza como para sostenerse un ciclo de 12 años, que fue el más largo de un movimiento democrático popular en la Argentina, reconstruyendo una parte fundamental de lo que había sido arrasado por las políticas neoliberales”.
“Sin duda el kirchnerismo es hijo de la irradiación del 2001, fue una respuesta virtuosa que recuperó al propio peronismo de su fango, sacó al peronismo de ese prostíbulo de los 90 que fue el menemismo y le devolvió una parte central de su gran tradición forjada justamente con las políticas completamente antagónicas a las que Menem vino a representar en la década de los 90”, definió el docente universitario.
“El kirchnerismo le devolvió al peronismo su instancia igualitarista, su idea de soberanía, de justicia social y le agregó un proyecto de unidad latinoamericana”, indicó Forster y agregó que “sin dudas hay una relación compleja y esencial entre lo que sucedió en Argentina en esas jornadas del 19 y 20 del 2001, y la irrupción de la experiencia kirchnerista en el 2003, y seguramente hoy habrá que repensar profundamente en las condiciones actuales en nuestro país como un proyecto de tradición democrática y popular del Frente de Todos vuelve a recuperar la intensidad de esa irradiación en términos de construir un país más igualitario”.
El 2001 y la actualidad
Otro de los factores que analizó Forster tiene que ver con la crisis de comienzos de este siglo y la crisis actual, porque indicó que “muchas de las condiciones que generó el 2001 en términos de crisis social aparecen de nuevo en nuestra sociedad: aumento de la pobreza, un endeudamiento colosal al que nos llevó el gobierno de Macri, desindustrialización, fuga de capitales”.
En esta comparación, el funcionario planteó que las “condiciones históricas son distintas” ya que en el 2001 “todas las estructuras de representación entraron en crisis, incluyendo a los propios medios de comunicación; el bloque de la clase dirigente del poder económico, mediático y judicial estaba roto, y por lo tanto, por las fisuras de esa ruptura se pudo meter un proyecto como el del kirchnerismo”.
Pero a diferencia de lo que ocurrió 20 años atrás “hoy ese bloque es homogéneo, tiene un poder de fuego grande, los medios de comunicación sobre todo los hegemónicos tienen un poder de construcción de sentido común importante”.
Y otro ejemplo es que antes la sociedad “miraba con una perspectiva de descrédito total a la Corte Suprema y hoy está dividida; entonces hay una parte de la sociedad que impulsada por los bloques de poder y los medios de comunicación defiende a rajatablas a una Corte que sabemos lo que representa, con un Poder Judicial que en su inmensa mayoría ha sido capturado por los intereses de esas clases dirigentes”.
En este juego de espejos que pone en escena Forster, se ve “a la crisis del 2001” habilitando “la posibilidad inesperada, lo que en algún momento llamé la anomalía kirchnerista; un país que se sorprende por la llegada de alguien al que no conocía y que viene a ejercer una voluntad política como ya no se recordaba”.
Y en ese sentido planteó la necesidad de “recuperar esas intensidades, esa capacidad de interpelar a la sociedad, pero sabiendo que hay diferencias”.
Como ejemplo, indicó que “cuando Néstor Kirchner negocia con el FMI en el 2005” la deuda era de “10 mil millones de dólares y hoy tenemos que negociar con una deuda de 44 mil millones de dólares; después de haber arreglado una negociación bastante exitosa el año pasado con los acreedores privados”.
Pero a diferencia del 2005, para Forster la “sociedad está en un punto desconcertada, y hoy tenemos que reconstruir en gran medida, sobre todo después de las elecciones de medio término, ese bloque popular; y de ahí que el esfuerzo de estos dos años tenga que estar ligado por un lado a resolver esa espada de Damocles que es la deuda que dejó el macrismo, sobre todo con el Fondo Monetario y resolverla de tal manera que el acuerdo no lesione el proceso de reconstrucción de una vida social dañada”.
“Y para llevar adelante ese proceso de reconstrucción hay que tomar decisiones significativas que tengan un impacto directo en términos de salarios, recuperación del poder adquisitivo, jubilaciones, reconstrucción del trabajo”, aclaró el filósofo.
Y agregó que “todo esto se lo enuncia, pero poder realizarlo implica una lucha política muy fuerte contra los núcleos de poder real que quieren otro país, que no tiene nada que ver con el país de los 12 años del kirchnerismo, ni con el país que quiere construir el gobierno de Alberto Fernández”.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite