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Belén Ennis, directora del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), afirmó a partir de que el 1% más rico de la población mundial emite mucho más dióxido de carbono que el 50% más pobre, debe haber una “transición energética justa y equitativa”, que “reconozca la responsabilidad” de los países desarrollados “en términos de emisión” para que “mientras tanto los subdesarrollados” puedan a través de la carbonización, “poder industrializarse y con eso desarrollarse económicamente”.
Un informe de la ONG Oxfam, con presencia en alrededor de 70 países y dedicada al estudio de temas como la desigualdad y la pobreza mundial, aseguró que “las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del 1% más rico en 2030 serán 30 veces superiores al nivel necesario para no superar el 1,5 °C” de temperatura del planeta estipulado por la Cumbre del Clima, “mientras que la huella de carbono del 50% más pobre será muy inferior a este nivel”.
“Esto tiene que ver con una desigualdad económica en la que estamos inmersos todos los países a partir de la división internacional del trabajo donde hay países ricos, poderosos, industrializados y por eso también más contaminantes; y países que en ese concierto de naciones estamos mucho más atrasados en términos de industrialización”, explicó Ennis en diálogo con .
Y agregó que “lo que denuncia esta organización internacional es que hay una desigualdad en la huella de carbono, y por lo tanto plantean mayor compromiso y responsabilidad en la reducción de esa emisión de CO2 por parte de las potencias industrializadas”.
Además de que “no se lo pidan a los países en vías de desarrollo porque en realidad requieren poder emitir mucho más carbono para poder industrializarse, y con eso desarrollarse económica y socialmente; la fórmula del crecimiento económico, del desarrollo, de la mejora de la calidad de vida ha tenido que ver con potenciar el sistema industrial”.
En el Acuerdo del Clima de París en 2015, la comunidad internacional se comprometió a lograr limitar el incremento de la temperatura global del planeta en 1.5 grados centígrados (°C) antes de que termine el siglo, y en la última conferencia de la ONU sobre clima COP26, que se celebró en Glasgow, unos 200 científicos del cambio climático pidieron acciones para limitar el calentamiento por debajo de 2°C, para continuar con lo establecido en París como meta.
Ennis indicó que “entendemos que la diversificación de la matriz energética es un paso importantísimo y necesario, todos sabemos que los recursos fósiles no son eternos y el camino de la descarbonización hay que encararlo, pero hay que encararlo de forma responsable y tratando de generar cierta justicia climática, cierta equidad en términos de lo que significan las responsabilidades a la hora de emitir”
“Se trata de llevar adelante una transición energética justa y equitativa, que empiece por los países que más Co2 han liberado al ambiente, mientras la carbonización todavía sigue siendo una alternativa posible para las naciones dependientes”, completó la especialista.
Argentina y Vaca Muerta
Poniendo a nuestro país en este contexto, la directora del Oetec aseguró que “la huella de carbono que dejamos es insignificante en comparación a la de Estados Unidos, la de China, la de India; en ese sentido, Argentina como todos los países que todavía no alcanzaron la emancipación definitiva, que es la económica, que no han podido industrializarse a los niveles que necesita una nación para poder desarrollarse, necesitamos todavía seguir carbonizándonos”.
“Necesitamos todavía recurrir al petróleo y al gas, sobre todo al gas natural porque dentro de los fósiles es el menos contaminante, y en ese sentido tenemos que poder aprovechar ese potencial gasífero que tenemos en Vaca Muerta, para poder utilizar al gas dentro de la transición como una solución, no como un problema”, definió Ennis y agregó que es importante “empezar a entender que el gas es una solución porque dentro de los fósiles es el menos contaminante y lo podemos utilizar para generar una fuente de energía confiable, abundante y barata pero que al mismo tiempo genere menos emisiones de CO2”.
Lo que plantea la directora del observatorio es que hay que “invertir o desarrollar tecnologías renovables pero de una forma responsable y sin poner en riesgo ni la seguridad del sistema eléctrico, ni la sostenibilidad, ni el funcionamiento”, teniendo en cuenta que este tipo de energías “como la solar o la eólica son tecnologías intermitentes”.
Y por otro lado no “poner en riesgo el servicio público de cara a los usuarios, sin generar un encarecimiento de la tarifa que es lo que en general sucede cuando estas tecnologías se desarrollan por arriba de un 20% en las matrices energéticas”.
“Tenemos que hacer una transición y una diversificación energética pero de una forma responsable, inteligente y sin poner en riesgo la sostenibilidad del sistema energético”, explicó Ennis y destacó que “necesitamos todavía tener fuentes de energía abundantes, confiables y baratas, que nos permitan poder contar con servicios públicos a tarifas asequibles, justas y razonables; y al mismo tiempo tener energía abundante y confiable para que la industria se pueda desarrollar”, concluyó.
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