Género
18/03/2019

#Ella le gana

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A la consigna #Cristina vuelve, siguió esta semana la consigna #Ella le gana. Afiches, flyers y videos con referentes y referentas del Frente Patria Grande que pusieron voz a una campaña que arrancó hace unos meses, pero con algunas peculiaridades. Una de ellas, la confluencia de figuras como Juan Grabois y feministas de fuste como Checha Merchán, Eli Gómez Alcorta, Ofelia Fernández, Vicky Freire, Majo Gerez y muchas más. En esta nota, una aproximación a esta novedosa construcción política que emerge de una coyuntura histórica que busca derribar al patriarcado tanto como al neoliberalismo en tiempos del lawfare.

Susana Yappert

Algunxs lo definen como “de izquierda latinoamericanista”, todes coinciden en un objetivo: ganarle a Macri y darle el triunfo a Cristina, recuperar el gobierno para el campo popular en 2019.

El Frente Patria Grande nació en octubre del año pasado. La primera característica, es un frente electoral nuevo. Allí confluyen organizaciones del campo popular como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), en sus distintas expresiones como Tres Banderas,  Movimiento de Trabajadores Excluidos, Movimiento Popular La Dignidad, Vientos de Libertad, Corriente Villera Independiente, agrupaciones piqueteras y campesinas; Corriente La Colectiva, que junto a Vamos y Mala Junta conforman la Plataforma Nueva Mayoría;  Marea Popular,  Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional, Sudestada (Córdoba),  Seamos Libres, el Movimiento 15 de enero (Mar del Plata), la Corriente Unidad Sur (Provincia de Buenos Aires), el Centro Cultural El Barro (San Juan), Cutral Co (Córdoba), Podemos (CABA),  Espacio Chico Mendes (CABA); la Federación Nacional de Inquilinos, etc..

La segunda característica: tiene vocación frentista, llama a la unidad para que Cristina Fernández vuelva a gobernar el país. Hay claridad al respecto. CFK es la candidata. Se reconoce su liderazgo.

La tercera característica: la voluntad de construcción sin ocultar “tensiones” varias. Conviven agrupaciones diversas, con trayectorias y prácticas políticas distintas; algunas kirchneristas, otras que nunca lo fueron. Y una tensión nueva (digamos post 3J de 2015): conviven feministas con varones antipatriarcales, otros que dicen estar deconstruyéndose y algunos que seguramente, resisten.

Lo mismo ocurre hoy en la gran mayoría de los partidos y agrupaciones políticas y sindicales. Este es nuestro presente histórico. Un movimiento de mujeres potentísimo que impacta de lleno en la política.  Ahora bien, otro dato de nuestro presente es el debate por el aborto legal, seguro y gratuito. Debate en curso que está punzando a todas las plataformas políticas de cara a las elecciones.

Aquí viene otro tema, otra peculiaridad: el frente Patria Grande tiene como “Coordinador Nacional” a Juan Grabois, dirigente de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) que no oculta su cercanía al Papa y que se pronunció en contra del aborto.

Las críticas hacia Grabois llegaron de algunos kirchneristas, de la izquierda clasista y de modo sostenido, por parte de algunas feministas. Subrayemos “algunxs”.

Kirchneristas lo critican porque no fue kirchnerista, es más, fue crítico al kirchnerismo. A lo que Grabois contesta que no hay dudas de que la opción es Cristina, “única esperanza del campo popular”. Sería conveniente agregar que quién reconoce el liderazgo de CFK, debería escucharla.  Ella pidió “ensanchar el campo nacional, popular, democrático y feminista y también latinoamericanista”. 

Las críticas de la izquierda clasista, se concentra en denunciar el espacio porque con el “conservador” referente de la CTEP “se giró a la derecha”; porque sería otra “adaptación a la democracia burguesa” y demás frases sempiternas. Grabois les recordó la contradicción principal: hay en juego dos proyectos, hay que combatir al neoliberalismo y sus nefastas consecuencias. Es decir, el contexto definió el espacio. Estamos en una restauración, en una ofensiva neoliberal que se traduce en ajuste y endeudamiento brutales, una ofensiva proscriptiva con ejemplos elocuentes como el golpe de estado preventivo en Brasil y la guerra judicial, el lawfare, alianza entre jueces, medios de comunicación y servicios de inteligencia que encarceló y proscribió a Lula y que busca proscribir a CFK. Otra coincidencia del Frente: hay que procurar defenderla y con ella, a la democracia.

Y, por último, hubo otro fuego cruzado con algunas feministas. No todas. Sabemos que el movimiento de mujeres y el feminismo es muy diverso y heterogéneo. Ocurrieron varias cosas, el señalamiento más duro fue al posicionamiento en contra el aborto de un referente de ese espacio, invalidándolo e invisibilizando- por otra parte- al hermoso ejército de mujeres, mujeres feministas, que lo componen y que tienen como referente política nacional a una mujer: Cristina.

Otro punto. Que haya una contradicción principal, no quiere decir que este tema sea secundario. Donde hay feminismo este tema no es secundario, la legalización del aborto no es una bandera que se baja. Muchas feministas apoyamos a Cristina en tiempos que ella no estaba en favor de la legalización del aborto, pero nunca claudicamos en nuestra lucha. Ocurrió en estos años que ella se deconstruyó, votó en favor de la libertad de las mujeres en el Senado y eso es lo que cuenta en el presente.

Rita Segato invita a hacer preguntas incómodas en este presente. Vale para el caso.

Una lucha exige convicciones, pero entraña matices, tonos, estilos, más o menos radicalidad, contradicciones, diferencias, prácticas diversas, estrategias. Pero, claramente, lo que no pone en juego son esas convicciones. Llegar a este o cualquier Frente electoral siempre implica un esfuerzo. Como transitar cualquier construcción colectiva; construcciones que implican diferencias y muchas veces, caminar en sendas paralelas. Y estas diferencias suelen ser tonterías, como luchas de egos; y otras más serias, que esconden razones más profundas pero que en pos de los fines últimos, se mantienen en las distancias que toman las distintas líneas de un movimiento. Recordemos, a modo de ejemplo, las diferencias entre las líneas sans-culottes, girondinas y jacobinas de la Revolución Francesa. El texto Cuatro Mujeres de la Revolución Francesa (Biblios), nos cuenta que todos luchaban por idénticos ideales pero ocurrió que los propios revolucionarios mandaron a decapitar a Olympia (girondina) por haber pedido clemencia para la reina, a quien insinuó como una “aliada” en tanto mujer. Olympia, una de nuestras heroínas feministas, la misma que antes de la Revolución había batallado junto al abate Grégoire por el fin de la esclavitud de los negros, terminó siendo víctima de los revolucionarios. Es decir, hay un riesgo certero cuando las diferencias tapan la contradicción principal.

En coyunturas tan complejas como las presentes, no es conveniente mirar el todo por el ojo de una cerradura. Por tal motivo advertir, que un macho va a disciplinar a las mujeres (como Ofelia Fernández, Checha Merchán, Eli Gómez Alcorta, etcétera etcétera) por ser el coordinador de un Frente que se juega para cambiar el sentido del presente, es menospreciar y subestimar a otras mujeres que decidieron libremente estar allí con esa apuesta.

El diálogo más enriquecedor se produce cuando hay diferencias. Construir unidad no es cosa sencilla. Hacerlo en tiempos tan oscuros, es un desafío. El movimiento de mujeres es el principal motor de transformación política de la Argentina presente. El feminismo está inoculando feminismo en todas las fuerzas políticas, con imaginación, estrategias, nuevas solidaridades. El feminismo siempre nadó contracorriente, avanzó en la adversidad y, por tal motivo, hay más chances que se pueda transformar Grabois, que a la inversa.

Seguramente, en esta apuesta arriesgada, ellas le ganan.

29/07/2016

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