Género
16/07/2021

Milagro presa, ¿podemos hablar del racismo en la justicia?

Milagro presa, ¿podemos hablar del racismo en la justicia? | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: Pepe Mateos

Para el autor de esta nota, “ser mujer y liderar el juego político territorial es un atrevimiento” que le están “haciendo pagar” a la líder jujeña. Agrega que “entre varones”, esas disputas “incluyen modos violentos y de intimidación” que nadie cuestiona. Publicó “Latfem -Periodismo feminista”.

Bruno Bazán

Los primeros días de la presidencia de Mauricio Macri tuvieron como primer hito de la gestión la detención deuna referente social, Milagro Sala. Fue un mensaje político desde Jujuy para todo el país, atravesado por la impunidad que tiene una justicia blanca que sabe que para la opinión pública los rostros marrones, los rostros coyas no cuentan con el principio de inocencia hasta que se demuestre lo contrario. En nuestro país, el debido proceso judicial es un privilegio.

Durante estos 2000 días transcurrieron sucesos políticos de gran envergadura y de trascendencia histórica. La deuda con el Fondo Monetario Internacional no dejó de crecer, tampoco dejó de multiplicarse la organización feminista y de la comunidad LGBTI. Hubo una disputa electoral, una vuelta a reconocimientos de modelos de Estado y batallas culturales que vienen sucediéndose, pandemia mediante, en la escena política y social argentina. Nada de todo lo que pasó pudo hacer que una dirigente social y política como Milagro obtenga la libertad.

Basta un repaso por el nombre que le pusieron a las causas para ver el factor común: “pibes villeros”, “acampe”, “bombacha”, “huevazos” son solo algunos de los nombres que el sistema de poder político y judicial adosó al de Milagro Sala, quien ya contaba con años de mala prensa por el sistema de medios hegemónicos.

La representación de los cuerpos racializados cuentan con la carga de la culpa independientemente de la gravedad de sus acciones. Al punto tal que el ex presidente acumuló 214 causas judiciales y ese hecho moralmente no representó ningún escollo para gran parte del país. En cambio, la noticia de la encarcelación de Milagro Sala se percibió como un hecho justo para gran parte de la población. Porque la política de los hombres blancos tiene una logica intrinseca y porque para el sentido común racista de nuestro país “los negros tienen que morir en la carcel”.

 

Las formas populares de la política de los varones

La edición de la historia personal, la mística en torno a las acciones individuales y el romanticismo sobre los grupos también es privilegio de la construcción política patriarcal y blanca. De Milagro Sala y el recorrido político de la Tupac Amaru se supo todo desde siempre, se cuenta hasta el más mínimo detalle y se sostiene, desde medios hegemónicos y fuerzas conservadoras, en la memoria colectiva esa narrativa de que además de ser pobre, es mala y violenta. Ser mujer y animarse a liderar el juego político territorial es un atrevimiento que todo un sistema quiso hacérselo pagar.

La violencia como expresión política estuvo presente desde mucho antes de que exista la referencia de Milagro y la Tupac, y continúa existiendo en gran parte de nuestro país. Desde las provincias del norte hasta el sur podríamos hacer un extenso registro de cómo la disputa política territorial entre varones incluye modos violentos explícitos y mecanismos de intimidación aceptados en todo el sistema político, pero que nadie quiere reconocer públicamente.

Nuestras democracias incluyen pactos económicos entre empresarios, referentes de la cultura y los medios de comunicación. En las casas de gobierno se consolidan estrechos lazos entre el poder económico de cada provincia y la representación en cargos políticos, pero también existe un correlato de construcción territorial que incluye la quema de urnas en época electoral, los enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre militantes de distintos partidos y muchas veces entre facciones de un mismo partido. Palos, piedras y puntas conformaron también la dinámica de protesta en la larga década de construcción política popular de los ´90.

La distinta vara del poder político-judicial y de la sociedad puede verse en la historia reciente de referentes políticos varones. Recordemos, por ejemplo, la carrera política de Luis Barrionuevo, histórico referente gremial de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos, cuyo espacio de referencia en el año 2003 participó en la quema de urnas en una elección democrática en la provincia de Catamarca. También ocupa un lugar importante en nuestro país las medidas de fuerza concretas que se toman desde el gremio de Camioneros, cuya lectura nunca se detiene en lo violento de las medidas de fuerza y cuentan siempre con profundos análisis políticos de los mensajes que esas medidas suponen.

Más aún, en el año 2008 vivimos largas semanas de corte de ruta e intento de desabastecimiento por parte de un sector agropecuario como protesta por la resolución 125. Esta medida, lejos de llevar a prisión a sus referentes sirvió como plataforma política para varios manifestantes, y se destaca entre ellos Alfredo De Ángeli, quien cinco años después de liderar cortes de ruta asumió como senador nacional por la provincia de Entre Ríos.

 

Una mirada interseccional


Foto: Pepe Mateos

Lejos de querer esgrimir una defensa sin matices de Milagro Sala como referente social y política, o de anudar Milagro imagen benevolente sin más, resulta necesario poder ejercitar la mirada interseccional que los feminismos pusieron a circular y que nos permite ver las distintas aristas de su detención. Porque una cosa disentir o no sobre sus posicionamientos políticos y su forma de construcción de poder, otra muy distinta es ignorar que hay mujer referente política que está presa por causas por las que otros referentes políticos varones jamás lo estarían.

Hace pocos días, durante el encuentro Jallala Mujeres, Milagro Sala recordó que son 11 las personas de la Tupac aún detenidas en su provincia en condiciones similares a la suya, y alrededor de doscientas personas están imputadas en diferentes causas que la involucran. Pidió a los funcionarios nacionales que recuerden que Jujuy forma parte de Argentina y que observen con detenimiento cómo se desarrollan las instancias democráticas en la provincia.

Sucede que Milagro Sala no solo es una mujer que hace política, también es jujeña de ascendencia indígena. Su crianza transcurrió una parte en un entorno familiar adoptivo y desde los 14 años vivió en la calle. Sus estrategias de supervivencia fueron las mismas que tienen miles de personas en los sectores más empobrecidos del país. Entre tantas cosas, robó y vendió drogas al menudeo. Fue parte de esas ventas que están instaladas en los sectores más vulnerables pero que generan grandes sumas de dinero en los sectores más ricos del país y en la economía mundial.

Durante la década del ´90 Milagro comenzó su carrera política como delegada seccional de ATE, fundando en 1999 la Organización Barrial Tupac Amaru. Dio sus primeros pasos en organización en el trabajo con “la copa de leche”. Muchas personas de entre 30 y 40 años pueden recordar el hambre que se vivió en las provincias más pobres del país durante la década menemista. Milagro formó parte de la respuesta social, de la organización de las necesidades para aplacar el hambre de los pobres de Jujuy, y radica allí su origen político más prístino, el hambre.

Milagro Sala salió de la marginación y trabajó en la organización ciudadana para ponerle fin a esa realidad que le tocó vivir. Sacar a los jóvenes de las drogas y generar empleo, organizar a las mujeres y combatir la violencia de género, construir viviendas y multiplicar la organización social y política para el buen vivir fue parte de su horizonte político.

Como un cachetazo a la historia “seca” de la dominación blanca, la Tupac y otras cooperativas construyeron piletas para los más pobres. Las piletas son ese privilegio que algunos tienen desde que nacen en el patio de su casa y que todo el mundo quiere para los días de calor. Las piletas son ese privilegio que en el conurbano bonaerense logran arrancar instalando pelopinchos en la mitad de la vereda para compartir. La Tupac Amaru tomó ese icono del prestigio y distinción y lo convirtió en un derecho comunitario. Sobre este entramado social y político particular es que se erige una persecución judicial y mediática. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, asienta gran parte de su poder político sobre el desprecio a Milagro Sala y la estigmatización de la organización social popular.

Los dos mil días de reclusión de una referente social popular, incluido cambios de gestión del gobierno nacional, dan cuenta de que los entramados de poder no castigan ni premian del mismo modo a todas las personas. Ser mujer, indígena y marrona hace de la libertad a Milagro una moneda de cambio que nadie parece querer pagar, y muestra el ensañamiento con el que el poder judicial puede operar en congruencia con el poder político.

Las cárceles de nuestro país están plagadas de rostros como el de Milagro Sala, la estigmatización sobre los cuerpos racializados son parte de una larga historia de discriminación sistemática que aún socialmente no podemos reconocer ni mucho menos activar políticaspúblicas para transformar. El poder de la dominación blanca está presente para exigir todo lo exigible a cualquier referente social no-blanco, y para dejar pasar lo que haga el resto. A dos mil días de cárcel, ¿podemos hablar, en serio, sobre el racismo en la justicia?

29/07/2016

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