Género
30/05/2021

Tareas de cuidado

El confinamiento aumenta la desigualdad entre hombres y mujeres

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Una publicación de la Cepal aborda “el trabajo de cuidados en tiempos del Covid-19”. Afirma que “las mujeres están en la primera línea de respuesta a la pandemia”. Ejemplifica que en los hogares son ellas, “en su mayoría”, las que atienden “los requerimientos escolares de los hijos”.

“Las medidas de confinamiento y distanciamiento físico han afectado de un modo particular las dinámicas de género al aumentar drásticamente la carga de cuidados”, afirma una publicación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y agrega que “por este motivo se han acentuado las desigualdades entre hombres y mujeres, y se han creado nuevas desigualdades y recreado las desigualdades existentes con la actual organización social del cuidado”.

En el trabajo se explica que “ha recaído en el hogar la presión de los requerimientos educacionales y de esparcimiento, las necesidades de atención de salud de las personas enfermas y la necesidad de mantener el trabajo remunerado en un contexto de incremento del desempleo y de una masiva salida de la población de la fuerza laboral”.

Estos conceptos forman para del “Panorama Social 2020” elaborado por Cepal, institución dependiente de Naciones Unidas y dirigida por la mexicana Alicia Bárcena. Uno de los capítulos se denomina “La economía del cuidado como sector estratégico para una reactivación con igualdad”, y dentro del mismo se abordan como asuntos específicos “El trabajo de cuidados en tiempos del Covid-19” y “Las mujeres en la primera línea de respuesta a la pandemia”.

Al desarrollar el primero de esos temas, se sostiene que “el tiempo que los adultos del hogar dedican a la supervisión de las actividades es un claro ejemplo de la sobrecarga de las tareas de cuidados. En su mayoría, las mujeres son las que asumen las responsabilidades respecto de los requerimientos escolares de los hijos. No solo tienen que ocuparse del cumplimiento académico, sino también del desarrollo de habilidades para el uso de las plataformas digitales. La desigualdad en los tiempos dedicados al acompañamiento a las tareas escolares se ha visto exacerbada debido a la pandemia”.

Ejemplifica que “en el Uruguay, la mayor parte de la demanda de las tareas educativas en los hogares fue absorbida por las madres. Según las percepciones de la población de este país en abril de 2020, un 73% de las personas pensaban que las madres son quienes habitualmente apoyan a los niños y niñas en sus tareas, mientras que solo un 10% indicó que los padres son los principales participantes en esta materia”.

“En Chile, por su parte, la información muestra que durante la pandemia las mujeres dedicaron en promedio 5,4 horas semanales al acompañamiento en tareas escolares, mientras que los hombres dedicaron 2,4 horas semanales entre los meses de julio y agosto de 2020. Un 71% de los hombres en hogares con menores de 18 años declara no haber dedicado ningún tiempo al acompañamiento escolar en la semana de referencia, en comparación con un 48% de las mujeres”.

En la trabajo se señala que “solo la búsqueda de dispositivos o las gestiones para garantizar una conexión a Internet, imprescindible para la realización de las actividades educativas, pueden ser un difícil desafío. Por lo general, las mujeres han estado vinculadas a la educación y otras tareas conexas. Las condiciones educativas en el marco de la pandemia han hecho que aumenten los requerimientos, no solo de infraestructura en los hogares, sino de tiempo, sobre todo de las mujeres, para que niños, niñas y adolescentes no se desvinculen del sistema de enseñanza a pesar del distanciamiento físico”.

Apunta luego que “al ser los hogares de los primeros quintiles los que tienen menor acceso y, además, donde las mujeres destinan más horas al trabajo no remunerado, en esta situación se agudizan las desigualdades socioeconómicas y de género. En la región solo dos tercios de las personas tienen conexión a Internet. Si se considera solo la zona urbana, casi la mitad (46%) de nin?os y nin?as de 5 a 12 an?os vive en hogares que no están conectados a Internet”.

“Según información recogida por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas de Colombia en agosto de 2020, en un 4,5% de los hogares los niños y niñas no habrían podido continuar sus actividades educativas desde el cierre de las escuelas, debido a restricciones de presupuesto para pagar la escuela (41%), la no disponibilidad de Internet (23%) o la no disponibilidad de dispositivos para recibir clases virtuales (17%)”, dice la publicación de Cepal.

En la primera línea”

Al desarrollar el tema de “Las mujeres en la primera línea de respuesta a la pandemia”, la publicación indica que en la región latinoamericana-caribeña, “con datos de 2019, un 27,9% de las mujeres ocupadas estaban empleadas en sectores de educación, asistencia social y salud y en el sector de los hogares como empleadores, es decir, sectores económicos asociados con la economía del cuidado. Son sectores altamente feminizados que presentan marcadas brechas de género en términos de la segmentación ocupacional y salarial”.

Más adelante puntualiza que “en el caso de la salud, ante la llegada de la crisis del Covid-19, son precisamente las mujeres quienes se encuentran en la primera línea de respuesta para realizar las tareas de cuidado y prevenir la propagación del virus. En la región, un 73,2% de quienes se ocupan en el sector de la salud son mujeres (véase el cuadro V.1)”.

Al ampliar las características referidas a los servicios de sanidad, la publicación describe que “ante la actual crisis, las jornadas laborales se intensifican y en algunos casos las personas ocupadas en el sector de la salud no cuentan con equipos de protección suficientes, lo cual hace que aumenten las posibilidades de contagio y que se agudice el estrés del personal. Es complejo compatibilizar la sobrecarga del trabajo remunerado con las necesidades de cuidado de los familiares en el marco de las actuales restricciones de movilidad y otras medidas encaminadas a evitar la propagación del virus. Todo ello configura un gran desafío para las trabajadoras de este sector, que no siempre perciben ingresos suficientes para tercerizar las labores de cuidado”.

Docentes, sector “altamente feminizado”

La publicación expone además que “en la región, el 70,4% de los puestos de trabajo en el sector de la educación están ocupados por mujeres (también, véase el cuadro V.1). El cuerpo docente, altamente feminizado, tuvo que responder a las nuevas formas de educación, en muchos casos sin la posibilidad de recibir formación o capacitación previa y sin las competencias o los recursos para poder adaptar su trabajo a las exigencias de la enseñanza a distancia y el uso de plataformas cibernéticas”.

“Además de las tareas tradicionales, el personal educativo ha debido colaborar en actividades orientadas a asegurar las condiciones de seguridad material de los estudiantes y sus familias, como la distribución de alimentos, productos sanitarios y materiales escolares, entre otros. Se desconoce durante cuánto tiempo más las medidas orientadas a frenar los contagios del virus exigirán el cierre deescuelas y centros educativos”.

Destaca que “asimismo, cuando vuelvan a ser viables las actividades presenciales, el personal ocupado en este sector asumirá nuevas responsabilidades asociadas al cuidado y la prevención del contagio, así como a los protocolos de higiene y distanciamiento social y la complementariedad del proceso educativo en las plataformas. En este sentido, es indispensable planificar estrategias de apoyo al sector de la educación, que ha sido clave en la respuesta a la pandemia de Covid-19, sin que por ello se produzca una sobrecarga y un empeoramiento de las condiciones laborales de las mujeres que ejercen el trabajo remunerado en ese ámbito.

Empleadas en hogares

Cepal afirma que “en el caso del sector de los hogares como empleadores, las trabajadoras domésticas ocupan un lugar crucial en el cuidado de niños y niñas y de personas enfermas y dependientes, así como en el normal funcionamiento de los hogares, incluida la prevención del contagio del virus. En América Latina y el Caribe, a 2019, alrededor de 13 millones de personas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado. De ese total, el 91,5% son mujeres, muchas de ellas afrodescendientes, indígenas o migrantes. En este sector, un 76% de las mujeres no cuentan con cobertura previsional, aunque en algunos países esa proporción es superior al 90%”. (Asunto también señalado en el cuadro V.1).

Señala que “según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 70,4% de las trabajadoras domésticas se han visto afectadas por las medidas de cuarentena, la disminución de la actividad económica, el desempleo, la reducción de las horas trabajadas o la pérdida de salarios (OIT, 2020). Los sindicatos de trabajadoras de casa particular de la región han señalado una situación similar. Indican que se han cancelado contratos sin causa justificada, se han cambiado unilateralmente sus condiciones, se ha reducido el tiempo de trabajo y el sueldo, o las trabajadoras se han visto obligadas a permanecer en sus lugares de trabajos, alejadas de sus familias y sin el descanso adecuado”.

La institución responsable del trabajo explica que “por todo lo anterior, muchas mujeres empleadas en este sector experimentan incertidumbre acerca de su remuneración, sobre todo en el caso de las que no cuentan con un contrato formal. Quienes han continuado asistiendo a su lugar de trabajo, han visto aumentadas sus responsabilidades al tener que atender, por ejemplo, actividades relacionadas con el cierre de escuelas en los hogares con niños y niñas. También han tenido que incrementar la higiene para prevenir contagios e incluso hacerse cargo de la demanda de cuidados de la salud de los miembros del hogar en que trabajan. Esto último, además de exponerlas al contagio de la enfermedad, les impone la realización de actividades para las que no están necesariamente capacitadas”.

Una situación peor aún describe la Cepal al destacar que “en casos extremos, muchas trabajadoras incluso han sido despedidas. Algunos institutos nacionales de estadística de la región han publicado cifras de mercado laboral que aportan evidencias sobre esta especial preocupación. En el Brasil, en el trimestre de abril, mayo y junio, se experimentó una caída en el número de personas empleadas en el sector de los servicios domésticos, del 24,7% con respecto al mismo período en 2019. En Chile, el sector de hogares como empleadores presenta una variación interanual del -46,3% en el empleo femenino, lo que significa alrededor de 150.000 mujeres menos en este sector entre los meses de mayo y julio”.

Añade que “en Colombia, durante el trimestre de mayo, junio y julio se redujeron en un 44,4% las ocupadas en la categoría ocupacional de empleo doméstico respecto al mismo trimestre en 2019. Por su parte, en el caso de Costa Rica, el sector de los hogares como empleadores sufrió una caída interanual del 45,5% en el empleo femenino durante el trimestre de abril, mayo y junio. En México, durante el mes de julio de 2020 se informó de una caída del 33,2% del empleo femenino en el trabajo doméstico. Por último, en el caso del Paraguay, la caída del empleo doméstico fue del 15,5% en el segundo trimestre de 2020”, informa la publicación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

29/07/2016

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